Por Carlos Ávila
Cuando un alumno entra en un aula, puede saber en pocos minutos a que tipo de profesor se está enfrentando. Podríamos hablar de gran cantidad de formas de enseñanza y clasificarlos por la forma de impartir la docencia, pero eso no es lo que nos preocupa. Quisiera hablar del profesor aburrido (sinónimo de malo) y el buen profesor.
El buen profesor no tiene que ser chistoso, no tiene que ser joven y necesariamente, no tiene por qué saber manejar las nuevas tecnologías. Una clase magistral, si me permiten el simil, debe ser un acto de seducción, es nuestra obligación presentar de una forma atractiva e interesante el contenido de la materia.
En este acto persuasivo de atracción nos podemos servir de cualquier tipo de herramienta, ya sea propia de la enseñanza tradicional o basada en las últimas novedades que aparecen en el mercado tecnológico.
Uno de los profesores que más me han influido desde que estudio periodismo, se limitaba a poner transparencias a lo largo de sus clases, pero lo hacía de una forma tan persuasiva que mantenía la atención del alumnado de forma continuada.
Tras revisar los textos de autores como Levy o el propio Piscitelli, nos damos cuenta que las herramientas de seducción más efectivas para con los alumnos contemporáneos, son precisamente aquellas que utilizan en su vida cotidiana y definitivamente Facebook es el medio de comunicación de masas en este siglo. Es cierto que a Facebook le podemos dar usos múltiples, pero en el terreno de la educación nos ofrece gran cantidad de soluciones.
Facebook es el lugar idóneo para hablar de inteligencia colectiva y desde la Universidad de Buenos Aires y por iniciativa de Alejandro Piscitelli han convertido las aulas en "colectivos inteligentes" que se retroalimentan por medio de esta plataforma.
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